La economía argentina de exportación

Entre 1880 y 1914, la economía argentina transitó una etapa de crecimiento económico sin precedentes en la historia local, y de una magnitud comparable al de los países industrializados.
El ciclo expansivo fue impulsado por el crecimiento de las exportaciones de productos primarios de clima templado, alimentos y materias primas, en respuesta a las demandas crecientes del mercado mundial.

Fuente: Harry Grant Olds. Tarjeta postal. Vista del Dique 2 de Puerto Madero (Buenos Aires) y sus elevadores de granos, hacia 1910


Este “crecimiento hacia afuera”, como suele denominarse al crecimiento económico promovido por las exportaciones, fue el resultado de la incorporación masiva de los factores productivos –tierras, trabajadores e inversiones-, así como del aumento de la productividad de los mismos, fruto de las transformaciones operadas en las técnicas productivas y en el sistema de transporte y comunicaciones.
La afluencia de capitales extranjeros, mayoritariamente británicos,  aportó las inversiones necesarias para construir las obras de infraestructura en transporte y comunicaciones. A lo largo del período, las inversiones extranjeras diversificaron su procedencia y se volcaron en diferentes actividades. Sin embargo, al concluir la etapa, más de la mitad de las inversiones continuaban siendo de origen británico y se hallaban concentradas en los ferrocarriles y en los préstamos al sector público.
La escasez de población y de mano de obra se suplió con el arribo masivo de inmigrantes provenientes de Europa mediterránea y oriental, que se radicaron en el país insertándose en las actividades y en las regiones más dinámicas de la economía local.
Acompañando este ciclo expansivo, las importaciones aumentaron considerablemente. Hacia los 80, los bienes de consumo, entre los que se destacaban los textiles, lideraban las importaciones argentinas. Pero, a lo largo del período, aumentó la compra de bienes de capital,  mayoritariamente material ferroviario, y de materias primas, en las que dominaban los materiales de construcción y el carbón para los ferrocarriles.
Al mismo tiempo, el avance sobre la frontera interna en el sur argentino, permitió la incorporación de grandes extensiones de tierras de la región pampeana, hasta entonces ocupadas por el indígena, a la producción agropecuaria.
La producción ganadera se expandió sobre las tierras nuevas, renovando y reorientando las actividades del sector en función de las demandas del mercado. La ganadería se abrió como nunca a las innovaciones tecnológicas, creando las condiciones favorables para la exportación de carnes destinadas al mercado europeo. Y paulatinamente, la comercialización de carnes enfriadas o congeladas, fue ocupando el lugar que los cueros y lanas tenían al comenzar el período.
La agricultura ocupó las tierras viejas más fértiles, aumentando sustancialmente su volumen de producción para superar los límites del mercado local y transformarse en uno de los sectores más dinámicos de la economía agroexportadora. Desde los años 80, la producción de cereales creció de manera sostenida hasta alcanzar poco más de la mitad de las exportaciones argentinas al final de la etapa.
La construcción de una importante red ferroviaria favoreció el desarrollo de la agricultura de exportación, permitió el desplazamiento de la mano de obra hacia las zonas de cultivo y el transporte  de la producción hacia los puertos y mercados locales. La creciente mecanización de la actividad agrícola, favoreció, al igual que los procesos anteriores,  la producción a escala y a precios competitivos.
La expansión agropecuaria impulsó la transformación tecnológica de la producción, generó importantes cambios en la organización de la empresa agraria y sus modalidades productivas, y estimuló nuevas formas en las relaciones financieras y comerciales que se desarrollaron a su alrededor.
El escenario resultante estuvo signado por la diversidad: la gran propiedad coexistió con la pequeña propiedad chacarera, de igual modo que la mano de obra asalariada, lo hizo con aparceros, arrendatarios y colonos, y los comerciantes de campaña, consignatarios o  acopiadores, lo hicieron con los bancos y las grandes empresas exportadoras.
La economía agroexportadora propició la expansión de las actividades industriales vinculadas a la producción agropecuaria: algunas, como los frigoríficos,  intervinieron en el procesamiento de las materias primas exportables,  otras, en la producción de insumos requeridos por las actividades económicas ligadas a la exportación.
De manera similar y aunque en menor escala, se desarrollaron industrias de bienes de consumo destinadas a satisfacer la demanda de un mercado interno en expansión, fruto del crecimiento demográfico y del impacto sobre los ingresos de la economía agroexportadora.
Entre 1869 y 1914, fechas del primer y tercer censos nacionales, la población argentina creció casi cuatro veces, y la población urbana casi ocho.  Siguiendo la expansión de las actividades agroexportadoras y la radicación de los inmigrantes de ultramar, la población creció aún más en las grandes ciudades del área pampeana y de manera particular en la ciudad de Buenos Aires, que pasó a transformarse en una gran metrópoli en varios aspectos.
El estado argentino desempeñó un rol central en la en la creación de las condiciones que hicieron posible la expansión productiva y el afianzamiento de la economía de mercado. Los avances en el proceso de construcción del estado nacional, la consolidación de un régimen político, la realización de obras de infraestructura, las políticas de tierra o migratoria, son un ejemplo de ello.


(ENTRADA A TERMINAR)






RDHE

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